Bernardo de Gálvez, memorable virrey de la Nueva España

En la historia de los pueblos siempre han existido personajes que condensan el pensamiento de su propia civilización y que se constituyen en un impulso para la evolución social, científica y política de su comunidad. La historia de México guarda la memoria de una diversidad de estos hombres y mujeres de pensamiento lúcido y poseedores de una visión adelantada a su época.

En esta categoría de hombres podemos situar a un digno representante de la ilustración de la Nueva España: Bernardo de Gálvez, originario de Macharaviaya, un insignificante villorrio de la provincia de Málaga, al Sur de España, en donde nació el 23 de julio de 1746.

Héroe de la independencia norteamericana

Tocado por la fortuna de ser sobrino de José de Gálvez, Ministro de Indias del monarca de España Carlos III, Bernardo desarrolló una rápida carrera militar y política, que lo llevó a ser designado Gobernador de Louisiana, al sur del actual territorio de Estados Unidos, justo en los años en que tuvo lugar la guerra de independencia de las 13 colonias inglesas de Norteamérica.

En acuerdo con los intereses de la Monarquía Española, Bernardo colaboró secretamente con importantes dirigentes de la guerra de Independencia de las colonias inglesas, como Thomas Jefferson y Oliver Pollock. Tres años más tarde, después de que España le declarara la guerra a Gran Bretaña, Gálvez se distinguió al encabezar importantes acciones bélicas en contra de territorios ingleses en Norteamérica.

Tal fue el caso del ataque que dirigió en contra del puerto de Pensacola, en la Florida. Al mando de una flota española, logró esquivar los ataques de la artillería inglesa, gracias a sus avanzados conocimientos de balística y obtuvo una contundente victoria sobre las posiciones inglesas. Reconociendo la destreza militar y el valor que mostró Bernardo de Gálvez en esta acción militar, el Monarca de España le otorgó el título nobiliario de Conde de Gálvez. Al lograrse la Independencia norteamericana en 1783, el audaz conde fue reconocido como héroe de la independencia de los Estado Unidos de Norteamérica.

Virrey de la Nueva España

Algunos años más tarde, en junio de 1785, Bernardo de Gálvez llegó a la Ciudad de México, tras recibir el nombramiento de virrey. Nunca antes había arribado a la Nueva España, un virrey que reuniera las cualidades de heroísmo, popularidad y capacidad de trato humano, como las que poseía Gálvez. Desde los primeros días, el nuevo virrey hizo notar su presencia con sus paseos en carruaje por las calles de la ciudad y con su participación en lcorridas de toros, además de que organizaba tertulias musicales y literarias en Palacio, lo que le hizo ganar gran popularidad entre los habitantes de la capital.

Transcurridos tan sólo unos cuantos meses de su ejercicio de gobierno, el conde de Gálvez tuvo que enfrentar lo que puede considerarse como una de las más graves crisis de su siglo: un fenómeno climático que provocó sequía y la caída de la producción de granos básicos, con la consecuente hambruna para la población de la Nueva España.

Contrario a lo que el status quo de la conducción del gobierno virreinal aconsejaba, don Bernardo de Gálvez pareció sentir en carne propia la tragedia del pueblo campesino, por lo que presionó y convenció a las autoridades locales y a los hacendados para que satisficieran las apremiantes necesidades del pueblo, llegando al extremo de sacrificar la herencia que le había dejado su padre, para comprar grano y obsequiarlo a los más necesitados.

El Castillo de Chapultepec

En aquel momento crítico de la Nueva España, en que la gente humilde se enfrentaba al hambre y a las epidemias, don Bernardo emprendió la construcción de un palacio de verano para los virreyes sobe la cima del legendario cerro de Chapultepec, en lo que constituía una bien pensada estrategia del virrey para dar trabajo a quienes sufrían en aquel momento los embates del hambre y la miseria.

Poco más de un año después del inicio de su mandato, Bernardo de Gálvez comenzó a sufrir los efectos de una disentería amebiana que había contraído en su estancia en Louisiana y el 30 de noviembre del mismo año murió mientras convalecía en el Palacio Arzobispal de Tacubaya.

Su muerte causó enorme consternación en la sociedad novohispana. Su cadáver, embalsamado, fue trasladado en un emotivo cortejo fúnebre desde el pueblo de Tacubaya hasta el Palacio Virreinal, siendo acompañado por una multitud de habitantes de la Ciudad de México.

Su legado

A pesar del corto tiempo que ejerció el mando de virrey, Bernardo de Gálvez dejo una huella indeleble en México, al legar a los ciudadanos una obra material que ha quedado inscrita en el patrimonio histórico esencial de esta nación: el Castillo de Chapultepec, sitio que sintetiza la identidad histórica de los mexicanos.

Siempre adelante de su tiempo, el Conde de Gálvez cabalgó en su corcel blanco de filigrana entre dos épocas y fue un digno representante de la compleja transición que experimentaron España y sus colonias americanas en la época de la Ilustración y de las grandes revoluciones que transformaron a la humanidad.

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José Manuel Villalpando. El virrey. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

En esta novela histórica encontrarás un apasionante relato sobre Bernardo de Gálvez y su célebre familia, quienes influyeron notablemente en la evolución de las colonias americanas de la monarquía española.